En la habitación negra había un enorme y negro reloj. Su péndulo se balanceaba con un pesado y monótono sonido. Clang...clang...clang...Cada hora, cuando el reloj daba la hora, producía un ruidoso, claro y sonido musical. Era un sonido tan extraño que los músicos de la orquesta tuvieron que dejar de tocar para escucharlo. Los bailarines pararon de bailar, y la fiesta entera empezó a asustarse. La gente olvidó su alegría. Con cada campanada, los invitados del príncipe sentían el tiempo moverse cada vez más hacia ellos. Pero tan pronto como las campanadas pararon, la risa comenzó de nuevo. Los músicos sonrieron y prometieron que no dejarían de tocar la próxima vez que el reloj diera campanadas. Pero, sesenta minutos más tarde, cuando el reloj hizo el mismo sonido, toda la gente reaccionó de la misma manera.
Sin embargo, el baile era magnífico. El príncipe tenía buen ojo para el color y el efecto. No sólo había diseñado la decoración de las siete habitaciones del baile, sino que había decidido lo que llevaría todo el mundo. ¡Y menudos trajes tan estrafalarios y raros se veían! ¡Eran grotescos! Era una colección de sueños que se movían alrededor de las habitaciones. Esos sueños bailaban, cambiando de color según el color de la habitación y haciendo que la música salvaje de la orquesta pareciera el eco de sus pasos. Y cuando el reloj negro dio la hora en la habitación de terciopelo, por un momento todo quedó en calma. Todo permanecía en silencio excepto el sonido del reloj. Clang...clang...clang...Pero las campanadas solo duraron un instante, y la risa pudo ser oída una vez más. La música se retomó de nuevo, y los sueños bailaron más salvajemente que antes, llevando los colores de las habitaciones. Ninguno de los bailarines se atrevió a entrar a la habitación negra, ya que la luz que brillaba a través de las ventanas era más roja y más sangrienta que nunca, y la habitación parecía incluso más terrorífica.
Las otras habitaciones estaban llenas. La gente se divertían en la fiesta del príncipe. Ninguno de los invitados pensaba en el sufrimiento y la muerte fuera del castillo.
Cuando el reloj dio la medianoche, la música paró y los bailarines se quedaron quietos. El reloj dio su duodécima campanada, y la gente se dio cuenta de que una figura enmascarada había entrado en la habitación azul. Las noticias de su extraña llegada se extendieron rápidamente por todas las habitaciones. Primero la gente sintieron sorpresa y desaprobación. Luego mostraron su horror.
Había muchos trajes estrafalarios en la fiesta esa noche, pero todos coincidieron en que el traje del desconocido llegaba demasiado lejos. La figura era alta y delgada, y estaba vestida de la cabeza a los pies con las ropas de la muerte. Su máscara parecía la cara de una persona muerta, y era difícil averiguar si era real o no. El extraño enmascarado se había vestido como la Muerte Roja- sus ropas estaban chorreando de sangre, y había sangre en su cara y en su frente.
El desconocido se movía lentamente entre los bailarines. Cuando el Príncipe Prospero lo vio por primera vez, se estremeció de terror, pero luego su cara se puso roja de ira.
La música al empezar él a hablar. ''¿Quién se atreve a insultarnos de esta manera?'' gritó él. ''¿Quién se atreve a venir aquí y burlarse de nosotros? Sujetadlo y quitadle la máscara, y así podremos saber quién es. ¡Lo colgaremos al amanecer!'' Las palabras del fuerte y valiente príncipe se hicieron eco en la siete habitaciones.
Mientras él estaba hablando, algunos de los bailarines se acercaron al desconocido. Un terrible miedo se apoderó de ellos, y nadie pudo alargar su mano para agarrar al extraño enmascarado. Mientras todos los bailarines retrocedían contra las paredes de las habitaciones, el extraño caminó lentamente de la habitación azul a la habitación morada, de la habitación morada a la habitación verde, luego a la naranja, a la blanca y a la violeta. Nadie intentó pararlo. Entonces, el Príncipe Prospero, enfadado con él mismo por su miedo, corrió rápidamente a través de las seis habitaciones detrás del extraño. El príncipe sacó su espada y corrió a atacar al extraño enmascarado. Cuando el desconocido alcanzó la habitación negra, se giró de repente. Hubo un ruidoso grito, la espada cayó en la alfombra negra, y el Príncipe Próspero cayó al suelo...muerto.
Una multitud de bailarines se armó de valor para atacar al desconocido. Agarraron a la figura enmascarada y le quitaron su máscara y su traje. Pudieron observar con horror que, ¡la máscara y el traje estaban vacíos! ¡No había nadie dentro!
Todos se dieron cuenta de que el desconocido era la Muerte Roja. Había llegado como un ladrón en la noche para robar sus esperanzas, su felicidad y sus vidas. Los bailarines iban murieron uno por uno. Nadie se escapaba de la terrible muerte. El castillo no tenía protección contra la malvada plaga. Pronto las siete habitaciones estuvieron llenas de sangre.
Cuando el último bailarín murió, el gran reloj negro paró, y los fuegos del pasillo se apagaron. No había nada excepto oscuridad, decadencia y muerte roja.