Ni yo me podía imaginar lo que pasaría aquel día. Fui, por unos instantes, el hombre más feliz que ha existido sobre la faz de la tierra. Puse a todo volumen 'You and I' y me puse a bailar como un loco en mi habitación, sin miedo a que los vecinos y mi propia familia me escuchara. Me daba igual hacer el ridículo; solo estaba feliz porque habíamos arreglado las cosas. Hace casi tres años que la cosa se torció y que quedamos como eternos enemigos, por mi parte, dolido. Quién iba a decir que todo este tiempo que ha pasado ha sido una experiencia dolorosa pero didáctica. Después de tantos y tantos meses, por fin le di la oportunidad de poder explicar lo que pasó. Y fue entonces cuando descubrí la verdad, una verdad que trató de decírmela desde un principio pero que yo se la negué en varias ocasiones. Y es así como nos damos cuenta de que los finales felices existen, que cuando terminan los cuentos siempre hay algo que recordar y por lo que alegrarse. Toda historia, relato o experiencia siempre tiene su final (aunque la mayoría de las veces sea trágico). Me alegro de recuperar a una amiga, que jamás nunca perderé, porque ya no soy el chico tonto de 2008. Ahora soy el chico listo de 2011 y no me la volverán a jugar. Cuidaré mi corazón y mis sentimientos. Y sobre todo, a mis verdaderos amigos.
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