jueves, 6 de junio de 2013

Días maravillosos

            

¡Tatatachán-tachán...graduado! Parecía que iban a pasar miles de años hasta que me viera con la orla de segundo de bachillerato en la mano...¡y por fin puedo sentir esa maravillosa textura que simboliza el final de mi estancia en el instituto! Han sido tantas emociones que la ceremonia se me hizo un poco corta. Nuestro Jesús Romero con su impecable discurso, como no...despertando el interés del público que opinaba que lo mejor era que fuera líder de algún partido político. Yo estaba un poco nervioso, ya que por primera vez iba a leer un discurso delante de mucha gente, aunque tenía la ayuda de dos de mis compañeros, que también lo hicieron genial. Cuando me levanté de mi sitio para subir al escenario, recordé que muchas personas importantes estaban entre el público...mi madre, mi padre, mi hermana, mis abuelos, mis amigos...y mi chiquitín. Me hacía una ilusión tremenda que viniera a verme en una noche tan especial como lo era aquella. Subí las escaleras poco a poco, empezando a mirar entre la gente que sonreía en las sillas de abajo y buscando a la persona más importante de mi vida al fondo. Sabía que si lograba encontrarlo entre la multitud, mis nervios serían sustituidos por una enorme tranquilidad. Y cuando me acercaba al micrófono para comenzar a leer mi parte, lo vi. Vi que me estaba sonriendo y sentí entonces que estaba muy orgulloso de mi. Fue lo que me dio fuerzas para olvidarme de que más de 200 personas me estaban mirando y comenzar a leer aquella hoja como yo solo sabía.

Y sin recordar lo que nos esperaba dos semanas después, en Selectividad, los graduados pasamos una buena noche en la discoteca...aunque claro, ''buena'' va entre comillas, porque la organización y la cena no fueron tan maravillosas como la gente estaba diciendo al día siguiente. Nos dijeron que íbamos a cenar en Entrebarras, y nadie lo pisó para cenar. En su lugar, pusieron mesas redondas, como en una boda, en el patio central de la discoteca. Allí se estaba sentando la gente sin hacer caso al número que venía en su entrada. Recuerdo que en el mío ponía 61 y en el de mi chico 62. Es decir, íbamos sentados al lado. Pero allí no había nada que organizara los sitios, sino que la gente se sentaba donde quería, dejando a graduados y acompañantes separados a la virulé. Finalmente nosotros dos nos pudimos sentar juntos. La cena no me gustó para nada, ya que el servicio estuvo regular. Los entrantes, junto con el solomillo fueron, a mi parecer, lo mejor, quitando que el solomillo lo sirvieron tarde y estaba frío. Además, el cóctel de marisco parecía césped recién cortado y la tarta que nos dijeron que era de ferrero rocher era un mísero bombón. Cabe destacar que el sorbete de limón que nos pusieron era granizada...resumen: NOS TOMARON POR GILIPOLLAS. La fiesta fue un descontrol. La gente de fuera quería entrar y se apelotonaron en la puerta. Nosotros podíamos recorrer todo el recinto, pero parece ser que en Monet pusieron música ''extraña'', lo que nos hizo bajar al patio. Estaban diciendo que valía entrar al patio, cosa que no teníamos en cuenta ya que nos dijeron que teníamos el privilegio de recorrer toda la discoteca...


Pero sin duda, estos días no hubieran sido lo mismo sin mi asturiano, que me hizo pasar un fin de semana inolvidable. Y por eso, y porque me cuida como a nadie, me hace sentir el más afortunado del mundo y siempre está ahí para todo...debo de decirle que le amo con locura, y que estos casi seis meses juntos han sido lo mejor que me ha podido pasar en la vida. Después de todo lo que hemos pasado durante este tiempo, es hora de que mantengamos la sonrisa y de que miremos hacia un futuro espléndido. Estoy muy orgulloso de él y estoy seguro ,segurísimo, de que es la persona más increíble, especial y buena que he conocido en los diecisiete años que llevo de existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario